Chile, tu cielo azulado es puro,
y declarando su luz sobre lo impuro
la voz del Señor ahí ha resonado,
Puro, Chile, es tu cielo azulado;
sobre ti Él ha puesto su manto
y la extensión de los cielos ha sido abierta
y su paz el Señor ha declarado:
¡Deja la violencia, Chile, y despierta!
También, son puras las brisas que te cruzan,
en las que su voz te ha dado identidad,
te ha formado y con amor te impulsa
en la luz, la justicia, el amor y la verdad.
Su voz se extiende en huracanes,
en el céfiro, en el viento y el vaivén:
un silbido apacible viene a rescatarte,
Chile, puras brisas te cruzan también.
Y tu campo bordado de flores,
le recuerda a tu Dios el Edén,
cuando llamó a existencia colores
y la creación respondió “amén”;
Y en tu campo, de flores, bordado,
se levanta, agradable, sabor a miel
que es un regalo de tu Padre,
para que su gloria puedas ver.
Majestuosa y nevada montaña,
baluarte dado por tu Dios,
llena de blanco y pureza
y testigo de honra y honor;
hoy se ostenta en lo alto del valle
y desde ahí resuena la voz:
“Chile, deja ya esas viejas vendas;
ven y cúbrete con mi amor”.
Y ese mar que tranquilo te baña,
son mis olas que traen mi amor…
y ese mar que tranquilo te abraza,
es mi sangre que ya te salvó.
Ese mar que apacible te ama
son mis palabras de redención
que sobre toda tu tierra profetizan
y prometen futuro esplendor.
Gabriel Muñoz.